Libra por libra, Mike Tyson fue el mejor boxeador masculino que ha subido al ring profesional. El tipo tenía una buena densidad muscular, una buena condición cardiovascular, una velocidad de vértigo en sus golpes y una auténtica bravuconería masculina tóxica que, por desgracia, le metió en un buen lío en su vida personal (aunque le fue bien en el ring de boxeo).
Gestionar las inversiones es como estar en un ring de boxeo, en el que se lucha constantemente contra las variables que se pueden controlar (la forma física, la dieta, el sueño, etc.) y las que no (la inflación, la crisis del coste de la vida, la austeridad, los mercados bajistas, etc.). Como un buen boxeador profesional, mantener un buen seguimiento de todo lo que puedes controlar requiere un poco de fuerza y acondicionamiento diario. La disciplina requerida para seguir con buenas decisiones a largo plazo (como practicar el ahorro de efectivo para un fondo de contingencia, del que el imprevisto puede ocurrir sólo dentro de un año), dentro de este entorno de alta presión y altos tipos de interés, requiere una agresividad similar a la de estos atletas.
Para las empresas, el componente de planificación presupuestaria de cualquier plan de contingencia es crucial para garantizar la supervivencia a largo plazo ante acontecimientos críticos para el negocio, o francamente catástrofes, como esta pandemia de viruela del mono potencialmente corrosiva. Ejecutado con eficacia (buena consideración de todas las variables de la amenaza potencial) y eficiencia (sin exceso o déficit de dinero a gastar, y con suficiente liquidez accesible en reservas de efectivo), este plan a largo plazo puede ser una cosa de belleza.
Sólo que a corto plazo, el aumento ridículo de los costes, como el de seis metales industriales clave en la Bolsa de Londres, que se duplicará en 2021; los precios del gas natural al contado, que se multiplicarán por seis en Europa con respecto a la época anterior a la pandemia; y las tarifas de los fletes marítimos mundiales de contenedores, que costarán siete veces más que en 2019 (McKinsey & Co.), hacen que sea muy difícil para cualquier empresa pensar en el largo plazo. Se convierte en una prioridad para ellas mejorar más bien su modelo de negocio, con el fin de captar más ventas y reducir los costes, de forma que puedan, digamos, permitirse el "lujo" de la planificación de contingencias.
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